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sábado, setembro 17, 2011

SEGUNDO O FENG SHUI: ENERGIA FLUINDO!
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1) Doei duas sacolas grandes, cheias de roupa (roupa que já nem servia mais, roupa que não usava há anos etc). 2) Um armário daqui de casa despencou. Desmontamos ele, o tiramos do lugar e pudemos limpar toda a poeirada que ele acumulou durante quatro anos! 3) Minha faxineira limpou umas gavetas e as deixou abertas para ventilarem. Quando entrei no quarto e as vi, me dei conta de quanto papel inútil guardava nelas. Resultado: joguei uns dois kilos de papel fora.
Não preciso dizer o alívio que senti com tudo isso, né?! E como essas coisas aconteceram em uma semana, a sensação de leveza é mais sentida. Parece que ganhamos espaços aqui em casa.
Mas com relação à "limpeza" de papéis, algo a mais aconteceu: me desfiz de um monte de texto e artigo que eu sei que nunca mais vou ler, mas também reli ótimos textos que devo reler mais algumas vezes. Um desses textos é tão genial, que merece ser lido, relido e refletido. É um dos textos de maior lucidez que já li até hoje sobre a importância da leitura dos clássicos.
Está em espanhol, mas vale a pena o esforço de ler. Vou compartilhar uns trechos com vocês e, depois, vocês lêem o texto inteiro. É do inglês G. K. Chesterton:
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(...)
Se pueden encontrar todas las nuevas ideas en los libros viejos, sólo que allí se las encontrará equilibradas, en el lugar que les corresponde y a veces con otras ideas mejores que las contradicen y las superan. Los grandes escritores no dejaban de lado una moda porque no habían pensado en ello, sino porque habían pensado también en todas las respuestas.

En el caso de que esto no resulte claro, tomaré dos ejemplos, ambos en referencia a nociones de moda entre algunos de los teorizadores más imaginativos y jóvenes. Nietzsche, corno todos saben, predicó una doctrina que él y sus discípulos consideraron aparentemente muy revolucionaria; sostuvo que la moral comúnmente altruista había sido la invención de una clase esclava para evitar la emergencia de que tipos superiores la combatan y la dirijan. Los modernos, estén o no de acuerdo con ello, siempre se refieren a esa idea como a algo nuevo y jamás visto. Con calma y persistencia, se supone que los grandes escritores del pasado, digamos Shakespeare, por ejemplo, no sostuvieron esa idea porque jamás se les ocurrió, porque jamás la habían imaginado. Recorramos el último acto de Ricardo III de Shakespeare y encontraremos no sólo todo lo que Nietzsche tenía que decir, resumido en dos líneas, sino también las mismas palabras de Nietzsche. Ricardo el Jorobado dice a sus nobles:

Conciencia es sólo una palabra que usan los cobardes,

creada al principio para infundir terror a los fuertes.

Como ya he dicho, el hecho es evidente. Shakespeare había pensado en Nietzsche y en el Jefe de la Moralidad; pero le dio su propio valor y lo colocó en el lugar que le corresponde. Este lugar es la boca de un jorobado medio loco en vísperas de la derrota. Esa rabia contra los débiles es sólo posible en un hombre morbosamente valiente pero fundamentalmente enfermo: un hombre como Ricardo, un hombre como Nietzsche. Este caso sólo debía destruir la absurda idea de que estas filosofías son modernas en el sentido de que los grandes hombres del pasado no pensaron en ellas. Pensaron en ellas, sí, sólo que no pensaron demasiado. No se trata de que Shakespeare no viera la idea de Nietzsche; la vio, pero también vio a través de ella.

(...)

Lo que llamamos ideas nuevas son, generalmente, fragmentos de las viejas ideas. No es que una idea particular no se le ocurriera a Shakespeare. Es que, simplemente, encontró muchas otras aguardando para quitarles toda la tontería.

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O texto completo, vocês podem ler AQUI.

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